Thursday, December 29, 2005

Final feliz


El masajista se llamaba Uriel. Llevaba unos pants blancos muy apretados y una playera gris que permitía, a través de la fibra sintética, que sus bien tonificados pectorales y sus bíceps se vieran más grandes de lo que en realidad eran.
Era un agradable día soleado, se podía escuchar a los niños chapoteando en la alberca del hotel, varios metros abajo. Desde la habitación, Uriel y su cliente, un adolescente que había cumplido dieciocho años dos días antes, parecía que el Universo no estaba fragmentado en pequeñas partículas y que los cuerpos no se desgarraban ni chocaban en el vacío.
La madre del adolescente prácticamente lo había obligado a tomar una sesión con Uriel. La tarde anterior, había escuchado que su madre decía, Uriel había hecho maravillas por ella. Si no hubiera sido por estas pequeñas vacaciones, no sabría cómo regresaría cuerda a la ajetreada vida de la ciudad.
Uriel comenzó a untar un cálido bálsamo con sus enormes manos sobre los blandos omóplatos del adolescente. El contacto de las suaves y morenas, pero duras, manos de Uriel contra la blanca espalda del joven no hacía fricción. La piel no se oponía. Después de unos quince minutos de un profesional masaje que bajaba como una ola de placer por la columna del muchacho, Uriel le pidió que se diera la vuelta. Al principio fue incómodo. No llevaba nada debajo de la toalla y, sí, era verdad, tenía una ligera erección; pero la simétrica cara de Uriel, acompañada por su modulada y profunda voz, lo hacía sentir en paz, en confianza. Afuera, a kilómetros de distancia, el sol ardía en su núcleo.

Uriel notó la erección, que no era demasiado grande, así que prefirió distraer al joven mientras estiraba sus brazos para deshacer las pequeñas bolas de tensión que se acumulaban en sus codos.
-¿Has leído alguna vez a Thomas Mann?, le preguntó.
-No, nunca, contestó el joven, ausente.
-¿A Musil?
-Tampoco, casi no me gusta leer. Prefiero ir al cine.
La erección ahora estaba completamente firme. No había forma de disimularla.
-¿Ah sí? Y... ¿qué tipo de películas te gusta ver?
-Las de acción.
Firme, tiesa, como una carpa de circo, Uriel prácticamente tenía que trabajar al rededor de ella.
-¿Y te gustan las que tienen un final feliz?, preguntó Uriel con un tono de voz difícil de identificar. Sus morenas y gruesas manos estaba trabajando arduamente sobre el abdomen. Para hacer esto, prácticamente debía subirse a la cama.
Finalmente, el joven contestó:
-Me encantan. Aunque depende un poco. En realidad, ahora que lo pienso bien, no siempre salen bien librados. Desde hace varios años la industria de Hollywood ha abusado demasiado de ese recurso, en mi opinión. Me cuesta trabajo creer que los millones de espectadores no se harten pronto del asunto. Por alguna razón, prefiero las películas que terminan con un final abierto, ¿sabes? Como en los cuentos de Carver. No he leído demasiados, no me gusta tanto leer, como te digo, pero me gustaría ver más películas con un final así, arrojado al futuro, al vacío.
-Sí, entiendo lo que dices. A mí no me gusta demasiado el cine de acción, pero veo tu punto. Creo que deberías leer a los clásicos.
-Sí, tal vez.
A partir de ese momento la sesión siguió en silencio y el adolescente se sintió mucho mejor. Su madre tenía razón, Uriel hacía maravillas.

Thursday, December 15, 2005

Be cool....

Durante algún tiempo pensé que el hecho de que una de mis tías se llamara Yolanda era una cosa cualquiera, como que cada quien tenía sus tías con sus respectivos nombres. Con el tiempo, sin embargo, comencé a descubrir la extrañísima verdad: que todos tienen una tía llamada Yolanda. Si no me cree pregunte a sus familiares, a lo mejor usted no la conoce pero ahí está. Es uno de los tantos fenómenos incomprensibles que se dan en nuestro país.

Nuevo Post

Esto es un nuevo Post. Pronto dejará de serlo. En él hablaré, a continuación, de uno de los miembros de este blog. Un miembro que, a diferencia mía y con mucha seguridad, no llama a este blog bitácora electrónica, como lo hago yo, sino simplemente blog. Al menos creo que es el tipo de cosas que haría. La verdad es que no estoy muy seguro. Estoy hablando de Charp, a quien conozco poco. No hablaré de él en extenso, sólo de hace un par de días cuando me lo topé en una biblioteca y me ayudó a buscar un libro. Bueno, tal vez no hizo precisamente esto pero su sola presencia me hizo sentir bien, como si me estuviera ayudando con el solo hecho de estar ahí. Nunca había ido a esa biblioteca y Charp parecía conocerla muy bien. Esto, todo esto, Charp, su amable presencia, me hizo querer conocer mejor a Charp. No de un modo que me ponga en evidencia, no de un modo penoso, sino de un modo que no debería justificar pues sólo es algo que quiero hacer, pues me parece un buen tipo. Lo conozco, sí. Un poco, tal vez. Probablemente, si él y una persona que no conociera estuvieran a punto de ahogar en un río, salvaría a Charp, no lo sé. Pero aún así me gustaría que esto fuera distinto y más fácil. Debo confesar que ahora me siento tonto por haber escrito todo esto. Ojalá la conexión a internet falle y no pueda publicar esta actualización a esta bitácora electrónica.

Wednesday, December 07, 2005

Las etapas de la humanidad:

1- Fuerzas mesiánicas: en realidad no tan mesiánicas, hablamos de animismo y de fuerzas de la naturaleza, ciertas prácticas que podían mejorar la vida en aspectos concretos

2- Dioses mesiánicos: en la religión sumeria encontramos a los antiguos (poderosos y malvados) y a los mayores, que establecen un nuevo orden más conveniente para el hombre. El olimpo griego puede verse de un modo similar. Yahvé como está solito tiene que hacer los dos papeles, mandar un diluvio y ayudar con el arca, destruir sodoma y avisarle a algunos inquilinos que se muden a tiempo, llevar a su pueblo a egipto y sacarlo (bueno, se entiende el punto).

3- Hombres con naturaleza divina mesiánicos: Todos sabemos quienes son. Acaso merezca una mención especial Ce Acatl Topitzin Quetzalcoatl, aunque sea por un nacionalismo chauvinista. Con estos hombres ya hay un verdadero contacto y nos muestran el camino de la mano hacia la salvación. Por lo tanto este es el punto culminante de la historia de la humanidad.

4- Organizaciones mesiánicas: Las religiones se institucionalizan, escuelas de pensamiento, esquemas políticos, psicoanálisis.

5- Instituciones mesiánicas: en realidad no tan mesiánicas, hablamos de derechos humanos y de mejoras sociales, ciertas prácticas que pueden mejorar la vida en aspectos concretos

Amable

Soy un tipo amable. Miren: Estoy en línea para facturar algunos libros que compré en Gandhi. Como necesitaba dos facturas distintas (una para Guardianes de la intimidad de Dave Eggers y otra para Haunted de Palahniuck y para Una historia de amor y oscuridad de Amos Oz), le pedí a la señorita que me estaba atendiendo que hiciera primero una y luego otra.
Mientras esperaba a que terminaran la primera, un hombre que parecía tener prisa (veía a cada rato su reloj y hacía el gesto de entregar su recibo de compra a cada oportunidad que se le presentaba, sin resultados) llegó. Me entregaron esa primera factura y me pidieron la siguiente.
-Sabe, si quiere hágale la factura primero a este señor que parece tener prisa.
-Está bien, dijo la señorita.
-Muy amable, me dijo el señor. Y lo repitió un par de veces más, hasta que le entregaron la factura y se fue con prisa.
Así que, como ven, soy muy amable. Iba a decir también que tengo la verga muy grande, pero es falso. Pero corro muy rápido. Eso es verdad. Aunque no es algo que haga a menudo.

Saturday, December 03, 2005

In-der-Welt-sein

recepcion

Sientes que todo es demasiado grande para ti. Eres una recién egresada o una pequeña niña francesa que no sabe español y que está de vacaciones en México. Sin embargo estás contenta, contenta porque tienes cosas como Dora la Exploradora (Dora l'Exploratrice) o una cátedra en una universidad. Ahora todo es extraño y te cuesta trabajo darte a entender, sin embargo te aferras a esa seguridad todo el tiempo porque es lo único que conoces, sabes que no te va a pasar nada, no porque tengas un fundamento racional al respecto, sino porque es el único modo de vivir la vida. Pero sobre todo, sabes que siempre vas a encontrar personas como tú, y aunque tal vez ni siquiera hablen el mismo idioma, sabes que te van a entender.

Friday, December 02, 2005

Lo que significa escribir como Guillermo Núñez

Para empezar, escribir como Guillermo Núñez significa que te tomas ligeramente en serio, lo suficiente como para no usar tu apócope pues algo fijo y sólido en tu interior, una especie de materia eterna, te obliga a pensar que Guillermo es más formal que Memo; tomarte en serio te ayuda a escribir. Pues es una tomada en serio que a su vez es una especie de tomada de pelo pues no terminas por tragarte nada de esto. En el fondo siempre hubieras deseado que la gente te llame Íñigo. También, escribir como Guillermo Núñez significa que comenzarás a escribir textos bajo títulos extravagantemente melancólicos como Estar triste en diciembre, pues es el tipo de temas a los que te acerca tu modo de ver la literatura, un modo no demasiado peculiar sino bastante seguro, un colchón de tradición casi milenaria en la que aún muchos se sienten a sus anchas, el tipo de literatura que te permite ver la realidad a través de un martes en el que ya se comienza a decorar todo con insignias navideñas y en el que comes solo pues el tráfico en la ciudad no te permite pasar rato con tus seres queridos, ni siquiera con los que viven cerca, tu familia, ni con los que viven hasta el endemoniado satélite. Así que, ¿qué decides Guillermo? Decides ir a la cafetería de la universidad donde estudiaste y donde ahora trabajas, la universidad a la que tanto te aferras, tu centro telúrico, tu ojo ciego, el lugar que escoges para comer está detrás de una columna, en una mesa en la que hay noche-buenas, desde donde te puedes juzgar en silencio. Y más tarde hablarás con uno de tus seres queridos, Mariana, y errarás y la llamarás Adriana porque estarás distraído, y ella te lo reclamará más tarde, en una reunión en Polanco, pero no ahora porque aún no la ves, estás escribiendo esto, y estás temiendo a que llegue ese momento en el que tendrás que explicar tu acto fallido (estabas leyendo un texto que había escrito Adriana, distraídamente, en zig-zag, como lo hacía Stalin, mientras hablabas por teléfono con Mariana, tu novia); pero la verdad es que todo esto, con literatura en tu vida, se agradece. Eso es más o menos lo que significa escribir como Guillermo Núñez.

Thursday, December 01, 2005

The Daily Post

De pronto te das cuenta de que eres uno de esos cretinos que encuentran (y buscan) faltas de ortografía en el periódico. También te das cuenta de que escribes como Memo Núñez y de que tienes un lector ideal algo estúpido que deja con demasiada facilidad que otros le digan como debe sentirse.